LEÑA QUE PRODUCE HUMOS TÓXICOS
Todos soñamos con tener un hogar feliz, donde haya alegría, juegos, risas y regalos, pero a veces la realidad es muy diferente. Hay familias que tienen problemas desde el principio, y otras que se van deteriorando con el tiempo. Parejas que se van distanciando lentamente sin percibirlo. Hermanos que acaban odiándose y viviendo lejos el uno del otro. Hijos que se marchan de casa de sus padres porque les falta el aire vital. Esos hogares han ido produciendo humos tóxicos que han contaminado el ambiente familiar hasta hacerlo irrespirable, obligando a sus miembros a huir en busca de oxígeno para poder respirar.
“Ahora, hijo mío, levántate y huye a Labán, mi hermano en Harán. Quédate algún tiempo con él, hasta que se calme el enojo de tu hermano” (Gén. 27:43,44)
Desde que nacieron Jacob y Esaú los padres mostraron sus preferencias: Isaac amaba a Esaú por sus cualidades de cazador, mientras Rebeca prefería a Jacob porque era más hogareño. Las predilecciones y las discriminaciones paternas no hacen otra cosa que encender más la rivalidad entre hermanos. Ese matrimonio dividido, que actuaban uno contra el otro, generaron humos contaminantes como el chantaje, la manipulación y el engaño. El resultado fue que Jacob tuvo que huir de la casa de sus padres para salvar su vida, mientras Esaú se quedó respirando aires de venganza contra su hermano.